Tenía claro que quería ser cirujano y ese convencimiento le llevó a apostar desde el primer día de carrera por conseguirlo. Su vida ha sido la Cirugía y en ella se ha volcado para aprender cada día y traer a Zaragoza las técnicas más avanzadas de la Cirugía Vascular. Ha vivido la evolución de esta especialidad desde que se introdujo aquí.
“Hoy la Cirugía es mucho más racional, con menos traumatismo, mucho más rápida y con mejores resultados”
¿Siempre quiso ser médico?
De pequeño decía que quería ser arquitecto o cirujano, no médico, sino cirujano. De hecho, me matriculé en Arquitectura y cuando se lo comenté a mi padre, me dijo: «si hubieras elegido Medicina te hubieses ido a vivir a Zaragoza». Mi padre provenía de esta ciudad y teníamos casa aquí.
Con la disciplina y la educación que tenía mi padre, que era muy estricto, yo recordaba a mi hermano estudiando para ser médico y apenas salía de casa estudiando. Así que cuando mi padre me ofreció esa posibilidad, dije «me voy a hacer Medicina a Zaragoza».
¿Cómo recuerda aquellos años de estudiante?
Como tenía claro que si no podía ser cirujano dejaba la Medicina, ya en primero de carrera me empeñé en hablar con el profesor Lozano Blesa, catedrático de Cirugía, y cuando lo conseguí, le dije que quería ser interno suyo.
Le conté que tenía claro que quería ser cirujano, que mi familia vivía fuera y que no podía esperar tres años más para ver si tenía aptitudes o si realmente me gustaba, que sería perder ese tiempo y un coste para mi familia.
Recuerdo al profesor Lozano Blesa completamente sorprendido, me explicó que hasta cuarto de carrera no se podía, y que no tenía la formación suficiente, pero tanto le insistí que me dio la opción a presentarme a una plaza y la conseguí. Así que, desde el principio, estuve en un ambiente quirúrgico. Recuerdo que me parecían dioses, el no va más. Me fui introduciendo poco a poco y aguanté así los cinco años.
¿Por qué ese empeño en la Cirugía?
No lo sé. Tampoco existían estas famosas películas de médicos. Puede ser que influyera el ambiente de Medicina que se vivía en mi casa, porque mi padre no era médico, pero era inspector jefe de los servicios del Instituto de Previsión, y en casa se hablaba de hospitales, de médicos… Uno de mis hermanos, que tenía diez años más que yo, también era médico y una de mis hermanas era enfermera.
Creo que me gustaba tanto porque el cirujano es como el último eslabón de la cadena, cuando llega el paciente es porque ya no hay otra opción y tú eres el que tienes que resolver.
“Siempre me ha gustado estar a la última, es lo que me ha movido en mi trabajo”
¿Dónde comenzó su actividad profesional?
Antes de acabar la carrera, el Dr. Lozano Blesa me llamó para ver qué pensaba hacer, así que le repetí que quería ser cirujano. En aquel momento se abría el Hospital Clínico, me dio la oportunidad de trabajar con él y formar parte de su equipo.
¿Qué balance hace de tantos años de trabajo?
Me considero un privilegiado, por muchos motivos, primero porque tuve la oportunidad de trabajar a los 18 años con un maestro que te transmitía el saber de la Cirugía. Creo que aproveché el tiempo, inicié la cirugía a los 23 años. Llevaba otros cinco ya de interno, así que el primer día que me dieron el título me pusieron a operar apendicitis y hernias.
Eso me ha llevado a tener una experiencia importante, a trabajar mañana y tarde, 40 años en el Clínico y 35 en mi consulta. Mantener esta consulta tantos años no es fácil, se hace con mucho esfuerzo, mucho sacrificio, hipotecando tu vida… y porque te gusta mucho tu profesión. Siempre me ha gustado estar a la última, es lo que me ha movido en mi trabajo y he podido ir a congresos por todo el mundo, conociendo a los mejores especialistas porque cualquier novedad que salía, yo allí estaba, con el cirujano que lo hacía.
“Me considero ese eslabón pequeño de los que iniciamos la cirugía hace 40 años”
¿Cómo llegó su especialización en Cirugía Vascular?
Tuve la suerte de empezar cuando arrancaba en España y en el mundo. Antes no había tanta especialización, los cirujanos de un equipo teníamos que saber hacer de todo.
Fue el Dr. Ricardo Lozano Mantecón, que venía de Estados Unidos, el que trajo los inicios de la Cirugía Vascular en el mundo. Empezamos a hacerla en el Hospital Clínico, el único servicio en Aragón en el que existía esta especialidad y de los pocos de España. Lo iniciamos tres cirujanos para todo Aragón, Logroño y Soria. Fueron años de una gran dureza de trabajo porque hacíamos guardias localizadas, no podíamos hacerlas de presencia física porque no había suficientes personas. Hacía hasta 32 horas seguidas y 12 guardias al mes.
¿Tiene la sensación de haber tenido que renunciar a muchas cosas?
Sí, a muchas cosas. Primero a la familia, ver a mis hijos ya dormidos cuando llegaba a casa. Dos fines de semana al mes de guardia. Que me acompañaban a pasar visita y me esperaban a que terminara. Eso lo recuerdan.
Si echa la vista atrás, ¿ha cambiado mucho la Cirugía?
Le hemos dado un vuelco total. Aquella Cirugía que hacíamos hace 40 años no tiene nada que ver con la actual, pero era muy apasionante, muy dura, empezábamos a las ocho de la mañana y las operaciones terminaban a las cinco o las seis de la tarde. Hoy aquella Cirugía la hacemos por punción y utilizamos un catéter dentro de la arteria.
Nos hemos ido formando y adaptando a esa nueva tecnología y dejamos unos servicios mucho más completos, con cirujanos que ahora toman el relevo y saben hacer esas técnicas de última generación. Por lo tanto, me considero ese eslabón pequeño, importante, que iniciamos la cirugía hace 40 años y que, a fuerza de bofetadas, la hemos ido haciendo mucho más racional, con menos traumatismo, mucho más rápida y con mejores resultados.
“Sigo disfrutando de la Medicina y continuaré mientras me considere vital y capacitado”
Siendo usted tan inquieto, ¿nunca ha pensado en dejar Zaragoza o le han tentado para trabajar en otro sitio?
Sí, me han ofrecido trabajar en Estados Unidos, en Alemania, ofreciéndome mucho dinero, pero yo era de Madrid. Mi idea era volver allí, pero me había enamorado de una zaragozana, tenía mi puesto en el Hospital Clínico, había abierto mi consulta, mis hijos eran pequeños… Puse todo en una balanza, pesó más mi familia y me pareció excesivo cambiarlo todo.
Consulta del Dr. J. Ignacio Urtiaga Barrientos.
¿Nunca ha pensado en aquella decisión?
A veces lo he pensado, pero no me arrepiento de haber tomado esa decisión. Quedarme aquí no ha significado que haya dejado de hacer cosas, he trabajado como cualquier otro en cualquier parte del mundo, lo último de lo último. Así que, profesionalmente, no me considero menos.
¿Qué proyectos tiene?
Seguir disfrutando de la Medicina. Todas esas ilusiones están a la última, continuaré mientras me considere vital y capacitado, y quiero tener tiempo, que no he tenido, para empezar a vivir, que hay otras cosas que me gustan en la vida. También tengo la posibilidad de trabajar más en Madrid, donde colaboro con una clínica desde hace 12 años y es una forma de seguir vinculado a mis orígenes.
Y el día que vea que no tengo la misma ilusión y las mismas ganas de aprender y de seguir haciendo las cosas bien, cerraré la puerta con la tranquilidad de todo el trabajo realizado.
De Cerca
– Si no hubiera sido médico…
Sin duda, como he dicho, arquitecto.
– Un libro que recomendaría…
Me gusta mucho el libro histórico, la historia de España, sobre todo, los últimos 100 años de este país, el inicio del siglo pasado.
– La última película que ha visto…
Voy todas las semanas al cine, soy muy cinéfilo y suelo ver todas las que se estrenan.
– Una canción…
Me encantan los Beatles y las melodías de mi época.
Un viaje pendiente…
Soy muy viajero. Recomendaría un viaje combinado Brasil, Argentina y las cataratas de Iguazú.
A qué dedica su tiempo libre…
A mi familia y ahora quiero empezar con el golf, que he jugado pero muy poco y me gusta mucho.