El verano tiene un efecto inevitable sobre nuestra piel, sobre todo por la exposición prolongada al sol, pero esta no es la única razón. En el siguiente artículo aprenderás cómo cuidar la piel después del verano.
Cuando en mi consulta de Medicina Estética en Zaragoza comento con mis pacientes el impacto que tienen los rigores veraniegos sobre la piel es inevitable que alguien haga un comentario muy típico: “Pero, si a mí no me da el sol” o “Siempre voy con sombrero y huyo de la exposición solar directa”.
Pero cuando hablo de los excesos del verano no hago referencia exclusivamente al sol. Hay otra serie de factores que hacen que nuestra piel tenga que rendir al máximo en las fechas de calor: la sequedad ambiental (aunque no haya impacto directo de los rayos solares sobre la epidermis), el cloro de las piscinas, el salitre del mar…
Es por todo esto que tras un período de máxima exigencia es necesario darle algo de tregua y deshacernos en cuidados hacia la parte de nosotros que está más expuesta y que es la que primero vemos nosotros mismos y los demás: la piel.
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¿Qué efecto tiene el sol sobre nuestra piel?
La exposición al sol genera un impacto significativo sobre nuestra piel, tanto positivo como negativo. Por un lado, el sol es una fuente de vitamina D vital, esencial para la salud ósea y nuestro sistema inmunológico. Sin embargo, una exposición prolongada y sin la protección adecuada puede desencadenar grandes riesgos.
Quemaduras solares
La exposición excesiva a los rayos ultravioletas del sol pueden causar quemaduras solares. Los rayos ultravioletas penetran en las capas exteriores de la piel y pasan a las capas más profundas, donde pueden dañar o matar las células de la piel. Estas pueden variar desde enrojecimiento leve hasta quemaduras graves con ampollas, generando dolor, inflamación y daño celular.
Envejecimiento prematuro
El sol provoca un envejecimiento prematuro en nuestro rostro y nuestro cuerpo. Esto se hace evidente con la aparición de arrugas, manchas oscuras, pérdida de elasticidad y sequedad. Si tomas mucho el sol, notarás pérdida de luminosidad, falta de hidratación, un tono desigual en la piel y la aparición de brotes de acné y piel cetrina.
Reacciones alérgicas
El 20% de la población mundial desarrolla en algún momento de su vida alergia al sol. Esta se manifiesta a través de manchas rojas, picores y erupciones en la piel.
Cáncer de piel
Uno de los efectos más graves de la exposición solar de nuestra piel es el aumento del riesgo a desarrollar cáncer de piel, tanto el carcinoma basocelular y escamoso como el melanoma. El melanoma, en particular, si no se detecta y trata a tiempo, puede llegar a ser mortal.
En septiembre llega la hora de cuidar la piel y combatir todos estos problemas.
Los tratamientos más adecuados para nuestra piel tras el verano
La medida inicial y obligada es, como en tantos aspectos de la vida, comenzar con una adecuada limpieza.
Si quieres conocer cómo cuidar la piel después del verano, primero debes prestar atención a su limpieza. Una limpieza profunda de la capa más superficial de la piel (la epidermis) nos garantiza la eliminación de las células dañadas por el verano y la estimulación del nacimiento de células nuevas, no agredidas.
La principal ventaja de los peelings es que se restaura el daño causado por la exposición al sol, se previene y combate el envejecimiento prematuro, así como las marcas del acné o las manchas.
Los peelings pueden (y deben) ir haciéndose periódicamente a lo largo del verano, por ejemplo, utilizando la arena en la playa, quien haya tenido la suerte de disfrutar de la misma.
Ahora toca pasar por un buen centro de Medicina Estética y someterse a los tan gratificantes y relajantes tratamientos corporales: masajes corporales con sustancias especiales que eliminan las células muertas y dañadas.
Uno de los aspectos más importantes después del verano es el de la hidratación cutánea. Esto pasa por una medida tan básica como poco frecuentada en la población: beber abundante agua diariamente.
Lo ideal sería beber una media de un litro y medio a dos litros de agua al día. Y por supuesto, hacer esto durante todo el año. No sólo en verano.
El cuidado de la piel después del verano (y siempre) va de la mano de una dieta equilibrada basada en alimentos ricos en antioxidantes, como frutas, verduras y grasas saludables, que pueden encontrarse en el aguacate o frutos secos.
Desde un punto de vista de hidratación específicamente de la piel, hay varias medidas que ayudan notablemente. Una de esas medidas es la de “repoblar” la piel con ácido hialurónico. El famoso ácido hialurónico es una sustancia que tenemos en nuestro organismo, especialmente en piel, y cuya función es actuar de “esponja”, es decir, fijando agua.
Es fácil concluir que cuanto más ácido hialurónico tengamos en nuestros tejidos, mayor será el agua retenida, y mayor será el grado de hidratación.
La manera de aportar ácido hialurónico a nuestros tejidos debe ser doble:
- Mediante la ingesta de suplementos que lo contengan (medida un tanto discutida en cuanto a su absorción oral).
- Mediante la aplicación directa a través de la piel (única medida demostrada como inequívoca y eficaz).
Lógicamente, esta última vía debe hacerse por profesionales médicos cualificados y en un ámbito clínico. Los rellenos con ácido hialurónico nos ayudarán a eliminar arrugas y recuperar la expresividad.
A la vez que nos aseguramos que nuestra piel está bien hidratada, tenemos que garantizar que está bien “nutrida”. Nuestro manto más externo necesita de un aporte diario e importante de vitaminas y antioxidantes debido a que las células se recambian constantemente y a que, al ser la capa más externa de nuestro organismo, está muy expuesta a la agresión tóxica exterior.
- El modo de lograr esta nutrición celular es, al igual que en el caso de la hidratación, doble: Mediante la ingesta de suplementos vitamínicos y antioxidantes
- Mediante la aplicación directa de cócteles concentrados de estas sustancias en el ámbito de clínicas de medicina estética.
La aplicación de todas estas sustancias hidratantes, vitamínicas y antioxidantes se hace de manera mínimamente invasiva y con apenas molestia para la paciente. Gracias a este tratamiento lograremos una piel firme y corregiremos las arrugas y líneas de expresión.
Por último, el descanso es fundamental para mantener una piel saludable. Aunque suena sencillo, la realidad es que la mayor parte de la población no duerme lo suficiente. Dormir una media de 8 horas diarias permite que la piel se repare y regenere. De lo contrario, la producción de colágeno, que ayuda a mantener una piel hidratada y brillante, disminuye.
La piel tiene memoria
Una de las afirmaciones más impactantes en dermatología es que “la piel tiene memoria”. Es decir, la piel recuerda cada exposición al sol, cada quemadura solar y cada daño producido por radiación ultravioleta. Conforme pasa el tiempo, estas exposiciones se acumulan, generando efectos negativos a largo plazo.
Aunque nuestro cuerpo trate de reparar este daño, nuestra capacidad de regeneración disminuye con el tiempo y las células dañadas pueden replicarse, aumentando el riesgo de mutaciones genéticas y desarrollo de cáncer de piel.
Es por esto por lo que debemos tomar medidas preventivas desde una edad temprana y mantenerlas a lo largo del tiempo:
- Aplicar protección solar para protegerse del sol a diario es fundamental, incluso en invierno.
- Trata de evitar la exposición directa al sol en las horas centrales del día y utilizar ropa adecuada que nos cubra frente a este.
- Utiliza sombrillas y sombreros para protegerte de los rayos ultravioletas que indicen verticalmente sobre nosotros.
En septiembre, no hay excusas para no cuidar la piel.
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Calle Glorieta Diego Velázquez 2, 50006 Zaragoza