32015Nov
Los niños malos comedores

Resulta una ironía que en estos tiempos en los que millones de personas en el planeta sortean una crisis económica sin precedentes, cientos de miles de niños se mueren de hambre cada día y miles de niños en España sobreviven a una dieta alimentaria de pobreza técnica; a mi bebé, a mi niña/o no le da la gana de abrir la boca y me paso el día tirando comida a la basura.

Además, nos da miedo que se resienta su salud. Los niños malos comedores generan mucha ansiedad en sus familias. ¿Qué puedo hacer?, ¿por qué pasa esto?

El Dr. Ignacio Ros, pediatra experto en nutrición infantil y miembro de la tercera generación de reconocidos pediatras aragoneses, reflexiona sobre los niños que comen mal y qué hacer con ellos. Es especialista en el Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Miguel Servet, de Zaragoza, en la Unidad de Gastroenterología y Nutrición Infantil y miembro de la consulta pediátrica Dres. Ros de Zaragoza.

Ha trabajado esta especialidad en centros sanitarios tan prestigiosos como el Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, Hospital La Paz en Madrid y el Great Ormond Street Hospital (GOSH) de Londres. Aporta una larga experiencia clínica y de investigación en temas de nutrición infantil.

Pregunta. Parece que cada vez hay más niños que comen mal o familias que presentan verdaderos problemas para darles de comer, ¿hay tantos niños malos comedores?

Dr. Ros: Es totalmente cierto que en los últimos años existen un mayor número niños de los que los padres perciben una dificultad de alimentación. Probablemente los cambios sociales, culturales y familiares han contribuido a que aparezcan con más frecuencia.

Por otro lado, hasta hace bien poco, únicamente se diagnosticaban y trataban los niños con verdaderos trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia infantil o la aversión sensorial a alimentos, que conllevan importantes consecuencias médicas o psicológicas a corto plazo, y que aparecen en un 2% de los niños.

En el momento actual, se ha forjado el termino de dificultades de alimentación, que recoge los niños en los que los padres perciben un problema en la alimentación, y que aparece en una tercera parte de los niños.

P. ¿ Todos los niños malos comedores son iguales?

Dr. R: Desde luego que no. Es muy importante diferenciar el tipo de dificultad de alimentación que presenta cada niño. Dentro de estos, hay que diferenciar al niño que come poca cantidad, ya sea porque no para quieto, por poca empatía con los padres o el que para los padres existe la falsa percepción de que come poco. Otros niños comen poco variado, por una verdadera fobia a probar alimentos nuevos o porque son selectivos o “melindrosos”.

También existen niños que tienen miedo a comer porque se le ha forzado a comer o por atragantamientos previos. Es muy importante diferenciar que tipo de dificultad de alimentación presenta cada niño, pues el abordaje es completamente diferente.

Hay niños que comen poco variado, por una verdadera fobia a probar alimentos nuevos o porque son selectivos o “melindrosos”

Niña mal comedora

P. ¿El ser mal comedor es genético?

Dr. R.: Existe un claro componente genético en el apetito. Los padres que han tenido poco apetito cuando eran pequeños, tienen niños que también lo tienen. Esto es normal y no tiene que preocuparnos cuánto come, siempre y cuando no afecte a su situación nutricional. En cambio, lo que es adquirido y, generalmente más importante, son los hábitos nutricionales, es decir, qué come, dónde come y cuando come el niño.

Este aspecto va a depender del tipo de enfoque que realicen los padres. Es totalmente cierto que en los tiempos que corren, con padres con muy poco tiempo, donde la alimentación recae en muchas ocasiones en los abuelos, y la alimentación adecuada es complicada de elegir, es dificultoso y es muy pesado para las familias. El trabajo conjunto con el médico y buenas dosis de paciencia proporcionan buenos resultados.

 Es muy importante respetar la autonomía del niño y atender las recomendaciones de los pediatras.

P. ¿Qué quiere decir con «respetar la autonomía del niño»?, ¿Dónde están los límites?

Dr. R.: Cuando hablo de respetar su autonomía, quiero decir que son los propios niños los que deben decidir cuando están saciados. No todas las personas necesitan la misma cantidad de comida.

Es un error muy común forzar a comer a los niños, es decir padres o cuidadores con una actitud excesivamente controladora, que deciden de antemano cuanto debe comer un niño, independientemente de las señales de hambre y saciedad que presente el niño, creyendo que no es suficiente lo que el niño ha comido. La ingesta no la han de marcar los padres o las recomendaciones de los botes de alimentación infantil. Cada niño necesita una cantidad y nos lo hará saber.

Hay un principio general, «ningún niño sano va a tener ningún problema por no comer con comida delante». Su ausencia de apetito requerirá acudir al pediatra y realizar una valoración nutricional completa. A partir de los resultados, el médico indicará normas claras de cómo actuar.

Tampoco es adecuado una actitud excesivamente indulgente, con padres o cuidadores que no marcan los limites en las comidas, permitiendo que el niño elija lo que come, haciendo comidas especiales u ofreciendo varias comidas.

P. ¿El poco apetito, la inapetencia puede ser una señal de alarma de que estamos ante una posible enfermedad?, ¿Cuando sabemos que hay que acudir al médico por esta causa?

Dr. R.: Si bien la mayoría de los casos no transmiten una enfermedad orgánica, es fundamental siempre descartar una enfermedad que provoque los problemas de alimentación. Hay enfermedades que pueden generar la pérdida del apetito, por ejemplo la enfermedad celiaca o un problema de tiroides, y que puede ser la causa de que coman poco.

Por eso es muy importante conocer si la alimentación de cada niño cubre sus necesidades en función de su desarrollo, su actividad o de su edad y, realizar una adecuada valoración nutricional, no solo del peso o de la talla, si no de la cantidad de grasa o musculo que tiene el niño.

Por lo tanto, se debe realizar siempre una valoración específica que va a permitir diferenciar que niños tienen una enfermedad y plantear un tratamiento específico.

P. Entonces, ¿una vez que el pediatra ha descartado una enfermedad, finaliza el estudio y el tratamiento?

Dr. R.: A pesar de que no exista una enfermedad que provoque las dificultades de alimentación, es muy importante realizar un diagnóstico adecuado, una clasificación correcta, una valoración nutricional completa y, posteriormente, establecer pautas de alimentación correctas. No hay que aceptar que los niños no coman verdura, o frutas como algo normal.

Las pautas de alimentación se establecen en los primeros años de vida, por lo que si no realizamos un adecuado enfoque, estos niños serán adultos con una mala alimentación.

Además, una inadecuada distribución de los nutrientes en la infancia temprana, repercutirá en la salud futura del niño. Es decir, un niño que no coma bien, sin cubrir sus necesidades de micronutrientes, va a tener más probabilidades de padecer enfermedades como la obesidad o las enfermedades cardiovasculares.

El “enseñar a comer” no es un trabajo fácil, y debe de ser apoyado por especialistas, para evitar el desarrollo de déficits nutricionales durante esta fase.

Niños y la comida sana

P. A la gente nos cuesta aceptar que tenemos un hijo que come mal…

Dr. R.: En este sentido se deben tomar medidas para evitar que esos problemas de alimentación se conviertan en verdaderos trastornos.

Siempre que los padres o los cuidadores perciban un problema con la alimentación, es que hay un problema. Se deben tomar medidas lo más pronto posible, para que niños con problemas menores o con, simplemente escaso apetito sin patología desarrollen verdaderos trastornos de la conducta.

Por ejemplo, el rechazo de los alimentos nuevos forma parte del desarrollo del niño de año y medio, pero si no se gestiona correctamente va a dar lugar a cuadros patológicos donde los niños no quieren probar pero tampoco ni ver ni tocar más allá de una decena de alimentos. Por el contrario, con un adecuado asesoramiento, estos cuadros leves, van a ser transitorios y sin repercusiones.

Es muy importante seguir las recomendaciones que nos ira dando el pediatra, y no obsesionarse con los standars y medias de percentiles. Las personas somos variadas, hay niños flacos y gordos, glotones e inapetentes, que duermen bien y mal. Es el pediatra el que irá dando recomendaciones de hábitos nutricionales y realizando el seguimiento.

 P. Los padres llevamos muy mal esta situación…

Dr. R.: Vamos a empezar por diferenciar que es muy diferente la problemática de un niño con bajo peso y la de un niño malnutrido, son cuestiones muy distintas que la gente confunde a menudo. Es cierto que en nuestra cultura genera mucha culpabilidad el que nuestro niño coma poco o mal; pero hay veces que nosotros mismos hacemos muchas cosas mal. Acostumbramos nuestros hijos a comer dormidos, o a comer viendo la tele o los perseguimos para que coman cuando no quieren.

Otras veces, como comen mal, sólo les damos las cuatro cosas que comen medianamente bien, con lo que provocamos que no conozcan nuevos alimentos y desconfíen de las novedades. Como regla general la gente no aceptamos tener un niño que come mal, pero muchas veces por una mala información en la que se relaciona cantidad de comida con salud, y no con una realidad.

Resulta mucho más barato y atractivo comer mal que comer bien.

P. La verdad es que con niños malos comedores se tira mucha comida y las familias, hoy en día, no están para eso…

Dr. R.: Lo que es irrefutable es que resulta mucho más barato y atractivo comer mal que comer bien. Gastas menos dinero, menos tiempo; los niños se alimentan de productos, muchas veces, muy insanos pero irresistibles, porque contienen productos específicos para que el sabor les encante, además no les cuesta trabajo la ingesta y encima les regalan premios; y ¡se sacian!.

Es un problema sobre el que los padres tendremos que reflexionar, porque aunque comer sano sea más caro, más difícil y conlleve mucho esfuerzo, es una clara inversión en la salud de los niños. Debemos esforzarnos en que aunque un niño tenga poco apetito, coma la verdura, la fruta, o las legumbres, y la carne o el pescado a la plancha, y no la hamburguesa, los snacks o los rebozados. En España tenemos la suerte de poder practicar la famosa «Dieta mediterránea», y ello nos da la opción de poder elegir entre muchos productos sanos, a un buen precio, y ofrecer a los niños menús muy variados.

Comer sano es más caro, más aburrido para los niños; y más para los «malos comedores».

P: Pero, ¿qué podemos hacer para conseguir que nuestros hijos coman bien y de todo?

Dr. R: En primer lugar debemos realizar menús sanos y variados, y no cambiar la comida en función de presuponer que nuestro hijo va a tomar una cantidad determinada de comida, y una vez ofrecido un determinado alimento, no dar otro en su lugar, aunque el niño no lo quiera. Igualmente hay que establecer claras normas ante la comida, como la duración y la actitud en la mesa, y evitar los enfados, los premios y los castigos pues son contraproducentes.

Como mensaje importante, no forzar a comer y respetar el hambre de los niños.

Dr. Ignacio Ros Arnal

Especialista en Pediatría y Puericultura.

Es experto en:

  • Seguimiento del niño y adolescente
  • Alimentación del 0 a los 18 años
  • Tratamiento nutricional (Bajo peso, obesidad, …)
  • Patología digestiva (celiaca, alergia alimentaria, …)
  • Alteración motilidad digestiva (Vómitos, estreñimiento, …)
  • Trastornos alimentarios (Mal comedor, malos hábitos, …)

Pedir cita con Dr. Ignacio Ros Arnal

Plaza Aragón, 3, 5ºB, 50004 Zaragoza

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